¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO CON NUESTRO CUERPO?
Aunque ya había hablado de esto en un artículo anterior, hoy voy a seguir profundizando un poquito más en nuestros ritmos circadianos y el efecto de ellos en nuestro organismo. Dentro de la cronobiología se describe un término que es el de cronotipo, que es:
“La predisposición natural que cada persona tiene de experimentar picos de energía o momentos de descanso según la hora del día, y es distinto en cada persona”
El cronotipo se podrá clasificar en matutino o vespertino, según tu organismo tenga más actividad y funcione mejor por la mañana o por la noche. Entre estos dos además encontramos un gran espectro que se reparte en la zona central del día.
Este cronotipo hará que los matutinos no tengan ningún problema para despertarse pronto y que los vespertinos tienden a acostarse muy tarde, ya que no se encuentran cansados. Pero ¿qué ocurre con esto en nuestra sociedad y sobre todo en nuestro organismo?.
Debido al ritmo que nos marca la sociedad, normalmente las jornadas laborales comienzan pronto en la mañana y en base a la definición de los cronopitos el matutino no va a tener ningún problema. Pero en cambio para el vespertino va a ser todo un reto llegar al trabajo. ¿Verdad no?
Bueno pues llegados a este punto vosotros os preguntaréis y qué tiene que ver esto con la nutrición, pues mucho. Ya en el artículo sobre cronutrición os adelanté que nuestro organismo se rige por un reloj maestro central que se encuentra en la glándula pineal y una serie de relojes periféricos que están distribuidos en diferentes órganos. Este reloj maestro se sincroniza principalmente con la luz, pero también se ve afectado por las horas en las que realizamos las ingestas.
Y a este punto era al que quería llegar, está claro que la sociedad actual hace que casi siempre nuestros ritmos se encuentren alterados debidos a la luz artificial, las comidas a cualquier hora, el estrés, las jornadas de trabajo, etc. Pero también creo que nosotros no somos conscientes y nos movemos y vivimos en una realidad paralela a lo que nos dicta nuestra propia biología.
Hemos entrado en una espiral en la que no somos conscientes de casi ninguna de las tareas o hábitos que tenemos. Algo que me ha llamado mucho la atención estas semanas atrás y por ello lo de escribir este artículo, es algo tan sencillo como el uso de las gafas de sol.
Algunos días he salido a montar en bicicleta sobre las 7.30-8.00 de la mañana y me he dado cuenta que la mayoría de las personas que estaban haciendo actividad física al igual que yo, llevaban puestas a esas hora gafas de sol. Sorprendente, porque prácticamente estaba amaneciendo.
Y muchos me diréis, qué más da, o es que el sol me molesta, o es que estoy acostumbrado a ponerlas cuando salgo de casa. Pues mal vamos, nuestros ritmos biológicos, ósea nuestro organismo y todas sus funciones, tienen como principal regulador como ya os dije la luz. Es la que da la señal al cerebro de que es hora de despertar, de bajar la melatonina (hormona del sueño), de aumentar el cortisol (hormona del estrés), comenzar con los procesos de metabolización de nutrientes a través de las ingestas, etc. Y claro, si yo cuando tengo que exponerme a la mayor cantidad lumínica para activar todas esas funciones me pongo gafas de sol, ¿qué creéis que ocurre?
Exponerte a la luz más brillante durante el día va a hacer que en comparación la noche se sienta más oscura, y esto es fundamental para mejorar tu bienestar y el descanso. Durante la mañana deberíamos exponernos a la máxima cantidad de lúmenes (unidad de medida de la luz) para que haya una sincronización adecuada de nuestro organismo con el día y la noche. Y eso es algo que prácticamente no se hace.
Nos levantamos con luz artificial, desayunamos, nos vestimos, cogemos el coche con gafas de sol, llegamos al trabajo con luz artificial y seguramente no hayamos captado ni una mínima parte de lo que necesitamos para la sincronización de nuestro organismo. Por lo tanto, ya empezamos mal el día.
Seguramente si el sol te molesta en extremo, es porque puedas tener un cronotipo vespertino y tu cuerpo todavía no esté preparado para recibir esa cantidad de luz. Pero debemos intentarlo ya que sino seguimos favoreciendo ese cronotipo vespertino que se encuentra asociado a diferentes enfermedades metabólicas como ya nombré en el otro artículo. No tenemos que forzar ser matutinos, pero si irnos a una franja más intermedia que nos ayude a mejorar nuestra calidad de vida.
Una exposición diaria a luz natural, una alimentación consciente en tiempo y forma, actividad física, control de estrés y un buen descanso, será la llave para conseguir tener buena salud.
No hay una pastilla mágica y fácil como queremos, lo que sí tenemos es la capacidad de aprender a escucharnos y darle a nuestro organismo lo que necesita para que funcione de la forma más correcta. Es una gran máquina de precisión y somos nosotros los que no la dejamos funcionar correctamente. Tener en cuenta que lo que no gastéis en salud ahora lo gastaréis en medicación.